Por lo menos 162 batallones y unidades especiales adscritas al Ejército estuvieron involucradas en casos de ejecuciones extrajudiciales de civiles presentadas como bajas en combate por agentes del Estado, asegura la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad en su Informe Final.
En ese documento se explica que las ejecuciones extrajudiciales no fueron crímenes cometidos únicamente por tropas del Ejército Nacional. El entramado criminal incluyó el trabajo conjunto con grupos paramilitares, la complicidad de funcionarios de varias entidades estatales y de civiles, quienes, de acuerdo con algunas confesiones de militares y las investigaciones llevadas a cabo por organizaciones defensoras de derechos humanos, participaron como reclutadores.
En este apartado se presentan diversos modus operandi que condujeron a la ejecución extrajudicial de civiles, para ser presentados como muertos en combate. Las tipologías resultan de los análisis de testimonios de víctimas entregados a la Unidad de Investigación Periodística (UIP) y a VerdadAbierta.com y de otros relatos publicados por diversos medios de comunicación; también, de confesiones de miembros de la Fuerza Pública a instancias como la JEP y la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad; de la revisión de documentos oficiales y judiciales relacionados con los casos; y de entrevistas a abogados y líderes y lideresas de organizaciones de la sociedad civil expertas en el tema.
Declaraciones entregadas a la JEP por miembros del Ejército Nacional que han aceptado responsabilidades permiten concluir que con la adopción de la política de Seguridad Democrática adoptada por el entonces presidente de la República Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) comenzó una larga cadena de órdenes para que se alcanzaran resultados en la lucha contra la subversión.
Para estimular la búsqueda de esos logros, el Ministerio de Defensa expidió en 2005 una política de recompensas por la captura y abatimiento de integrantes de organizaciones armadas ilegales, lo que presuntamente impulsó a las brigadas militares de diferentes regiones del país a perpetrar falsos positivos con el fin de incrementar sus resultados operacionales.
En este orden, el Comandante General de las Fuerzas Armadas no solo enviaba directrices y las políticas de mando para los cargos inferiores, sino que exigía resultados de los hombres combatientes.
Algunos coroneles, mayores, capitanes, tenientes, sargentos y cabos han reconocido en las audiencias de la JEP, haber dado y recibido órdenes para un objetivo en común: hacer visible la efectividad del Estado en la lucha contra los grupos guerrilleros.
Entre los testimonios presentados, los uniformados han admitido recibir presiones por parte de los altos mandos para luego replicarlas a soldados de diferentes batallones; legalizar las capturas y asesinatos de civiles inocentes con documentos que decían que eran “guerrilleros”; adicionalmente, ser beneficiados con un sistema de recompensas por el abatimiento de integrantes de organizaciones armadas; y realizar alianzas con paramilitares que entregaban víctimas a los militares.
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Junio 2023, © Todos los derechos reservados